2024 fue un año que trajo muchos espectáculos internacionales a Venezuela. Pero también hizo que muchos nacionales se reencontraran con su gente. Y Rudy Márquez fue uno de ellos.
Si bien el intérprete de Háblame suavemente y El amar y el querer, entre muchos otros, no pasaba largas temporadas sin presentarse en la tierra que lo vio nacer. Pero sí bastantes sin dar entrevistas. Y diciembre del año pasado fue el momento.
Un momento que, según dijo, anhelaba y que la pandemia le había retrasado más. El encuentro con la prensa fue en el auditorio del Centro de Arte Moderno de la capital. Y entonces confesó que acaba de cumplir 81 años, algo que a muchos nos dejó perplejos. No solo por lo bien que se veía, sino por su agilidad, vitalidad y buen humor.
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Él era de esos artistas que uno escuchó toda la vida. Se aprendió muchas de sus canciones y lo veía con su afro cantándole y bailándole a Ana María.
No recuerdo cuándo fue nuestra primera entrevista. Pero la de diciembre 2024 fue la última. Una de sus asistentes me contactó desde unas semanas antes a decirme que tanto él como la Nena me invitaban especialmente al encuentro. Era, también, nuestro reencuentro.
La penúltima fue en la redacción de Últimas Noticias, en uno de los casi 20 años que trabajé ahí. No recuerdo exactamente cuándo. Fue con los integrantes que promovían a Los tres tristes tigres. No eran los originales de los 70, pero ajá. Rudy estaba con ellos.
Así de grato y de musical fue la última. Después de la rueda de prensa, me tocó el cara a cara. Y él con su amabilidad característica, y el cantaíto que tenía al hablar, respondió. Desde la más obvia (lugar y sitio de presentación), hasta las que algunos dicen que hago, incómodas.
Entre otras cosas, contó que el 2024 sería un año importante, porque consolidaría una gira europea que tanto anhelaba hacer. Y que, al terminarla, volvería a Caracas, quizás, para cantar en el Teresa Carreño. No le dio tiempo, pues el miércoles 9 de octubre se despidió.
El testimonio gráfico me lo dispensó @jefer3191 el día de su partida en la red X.
Al despedirnos ese día, sin ninguno de los dos saber que sería nuestro último beso, habló con la muchacha de su equipo frente a mí. Le dijo que me anotara para el show, porque teníamos un compromiso. Quedamos en vernos después de la función para intercambiar opiniones sobre el mismo. Acepté sin pensarlo.
Ese diciembre había de todo, musical y teatralmente hablando. en la capital. De géneros variados, en auditorios grandes, más pequeños; al aire libre, gratis, pagados… El de Rudy era al único concierto, de todos los anunciados, al que quería ir. Y no fui.
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